Cuando una empresa apuesta por un nuevo software ERP, hay dos preguntas que nunca faltan: ¿cuánto cuesta? y ¿cuánto tarda? Ambas cuestiones están inevitablemente ligadas a la cultura empresarial según la cual, “el tiempo es dinero”.
Es importante hacerse a la idea de que el cambio de herramienta de gestión es un proceso lento, siguiendo la filosofía “más vale prevenir que curar”.
Con tantas variables, es importante adoptar una mentalidad de paciencia para el proyecto, porque a la larga será más rentable no precipitar el proceso.
Al comienzo y a lo largo del proyecto, es imprescindible un diálogo profundo e intenso entre el proveedor del ERP y la empresa en la que se va a implantar, de este modo se podrá llegar a la fecha de arranque con el nuevo ERP teniendo la mayor parte (si no todas) las necesidades de la empresa cubiertas por el software. Sin que ambas partes se involucren plenamente en la obtención de los requisitos para la implantación, las posibilidades de que el proyecto fracase aumentan vertiginosamente. Este intercambio de información no cesa con el arranque, sino que continúa también en etapas posteriores.
Es imprescindible formar a los futuros usuarios en el manejo del nuevo sistema, y qué asimilen el valor que se está añadiendo a la empresa. La formación es un proceso que puede llevar bastante tiempo, dependiendo de la profundización de la capacitación requerida.
En definitiva, cambiar la forma en la que funciona una empresa es un proceso que debe ser gestionado de forma precavida, y esto lleva su tiempo. Los interesados pueden ponerse nerviosos debido al tiempo necesario para completar el proyecto, pero hay que recordar que se obtendrán mayores beneficios en el futuro si no se priva al proceso de la atención necesaria.
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